Saltar al contenido

ISEN Cancilleria Resumen de Argentina en el Callejón de Halperín Donghi

$0,00

Categoría:

Halperín Donghi
Argentina en el Callejón

En la historiografía se cierra la tentativa de crear una cultura e historia consagradas a la gloria del régimen. Los designios culturales de la dictadura se trabaron porque entre ella y la vida cultural no había puntos de tangencia. No hubo un historiografía peronista, el regimen debió actuar convenciendo, y encontró entre los revisionistas una tropa de reserva de adictos a la neutralidad desde la Nueva Escuela Histórica. La Nueva Escuela y el revisionismo dominaban la investigación historiográfica. 
La vacía objetividad de la Nueva Escuela abre una crisis en la historiografía, sin buscar los elementos para superarla. Los revisionistas parten de lo que se llama la tradición liberal argentina que agota sus posibilidades y se debe crear una conciencia nacional para reemplazarla. Surge el doble aspecto del revisionismo: propone una imagen del pasado argentino de una abstracción del segundo grado, de la reelaboración de los esquemas liberales de historia, e ideológicamente integra un esfuerzo para adecuarse al tiempo en que el fascismo recoge la herencia de la democracia.
El peronismo no fue una forma de fascismo, fue el resultado de una tentativa de reforma fascista de la vida política. Sólo una minoría lo quería implantar. Los grupos dominantes desde el 30’ buscaron la restauración de la República Conservadora.  El fascismo llega a ser una tentativa de restaurar el orden tradicional.  La Resistencia es la obra de grupos sociales en ascenso amenazados pero cuando la amenazas se disipan estos cobran poder. Cuando la Argentina estaba madura para el fascismo el mundo estaba demasiado maduro para él.  Hacia el 45’ los grupos habían sentido la amenaza de la restauración del viejo orden y se observaba una nueva distribución de poder, no querían ver en la aventura totalitaria la restauración de viejos políticos. La Resistencia argentina quiso inscribirse en la tendencia mundial. La lucha debía terminar en la rendición incondicional y la resistencia argentina quería imponer duros castigos a los responsables. En Argentina no había contenidos de cambio social. El gobierno, dispuesto a ser humillado, no podía perecer por la Resistencia, advirtió primero que no habría salida revolucionaria ya que la crisis se resolvería con elecciones, y esto era su ventaja. La Resistencia se preparaba para una guerra civil mientras el gobierno buscaba votantes. Los apoyos del gobierno eran anteriores: la restauración totalitaria y la normalización. Con la primera se dan el apoyo episcopal, con la segunda se da apoyo de políticos de dimensiones nacionales. El Secretario de Trabajo encuentra apoyo en grupos en ascenso, en el sector industrial, y los obreros industriales generados por esa industrialización. La política social podía ser un esfuerzo para quebrar  la conciencia de clase de los trabajadores. Su plan político no era ni original ni sutil, era el intento reaccionario de despojar bruscamente a los partidos liberales de su clientela, pero lo notable fue el éxito que superaba incluso los deseos. El sector más antiguo resistió poco las innovaciones. El sentimiento de clase detrás del peronismo no es el de un grupo que se siente victima de la sociedad sino el de un grupo que ve colmadas sus aspiraciones .
Perón advirtió hasta que punto esa clase era ajena a las preocupaciones gubernativas o constitucionales que animaban a la resistencia, y quiso hacer madurar una conciencia de clase que se daba como conciencia de un opuesto ideal cultural.
La clase tenia poca madurez y sus organizaciones debían tener mas sustanciales (Ej: CGT).
El futuro era visto como una prolongación del presente de la bienaventuranza, las clases explotadas no podían ser eliminadas, los patronos debían continuar siéndolo en un nuevo clima político y social, la falta de horizontes revolucionarios es mas que la renuncia a una táctica, estaba en la conciencia social evocada como clase definible sólo en el contexto del antiguo orden como abarcando a las antiguas clases dirigentes. El jefe del movimiento podía estar seguro: lo único que exigía esa masa era que se mantuviese su prosperidad, igual que erigían los industriales: mantener la industrialización surgida de la guerra. Pese a dos planes quinquenales y a la doctrina superadora entre marxismo y capitalismo no se dio un criterio para orientar al movimiento ante los problemas que la nación enfrentaba. A los meritos limitados a la habilidad táctica el fascismo no agregaba nada, para mantener la industrialización había que mantener el feudo electoral de Buenos Aires. El nacimiento desde una tentativa fascista impidió una alianza entre todos los grupos ascendentes en la sociedad argentina que chocaron en 1945.
Las insuficiencias del peronismo son distintas de las de su plano dirigente ante la crisis de la democracia: se vio acorralado por la insuficiencia, su fracaso es el fracaso de la clase política argentina surgida desde la experiencia radical con la que terminó el proceso desde 1853, de la construcción de la República Verdadera.